26.4.11

Carta abierta a Fernando García Haldón

Estimado Fernando,

Permíteme, de entrada, la licencia de tutearte, pues el hecho de conocerte a través de los medios de comunicación y haber leído tus libros de pesadillas cofrades me acerca a ti y te hace cercano al pueblo.

Me dirijo a ti con el objeto de contarte mi última pesadilla. Una visión absolutamente real que se ha resumido en cinco días. Un sueño nefasto de una ilusión frustrada. Esa ha sido mi verdadera pesadilla. La consecuencia de la misma no es una papeleta de sitio no sacada u olvidada, no es una túnica incompleta, no es un sitio cerrado del que no poder salir mientras la cofradía se encuentra en la calle. Ha sido simple y llanamente un agua que buscamos, purificadora, en cualquier día del año excepto en aquellos que le prestamos nuestra ciudad de Sevilla a Dios para hacernos llegar su Amor desde todas las esquinas.

Esperaba esta semana con la ilusión de un pequeño que se despierta un Domingo de Ramos con las ganas de vestir su túnica blanco roto de la Borriquita, portar su palma y entregar caramelos con la sonrisa más grande que se pueda imaginar. Esperaba estos días con mariposas en el estómago, con el leve cosquilleo que provocan los delphinium del palio de la Esperanza de Triana cuando te roza a su paso. Necesitaba vivir el gozo de la ciudad en Semana Santa que tanta falta me hacía después de tantos años viviéndolo de manera incompleta. Y justamente, encontré todo al revés.

Hubiera sido tan perfecto, que se convirtió en todo lo contrario. Tardes enteras de agua sin cofradías en las calles y gente vagando sin rumbo fijo. Caramelos que se quedaron en los cestitos. Mariposas de los estómagos que no echaron a volar porque no les dio tiempo. Luz tornada a nubes negras que descargaban sin piedad. Y vuelta a los pasos para llegar a las iglesias. Gotas de sudor de nuestros costaleros que se convirtieron en agua incesante. Ni meteorólogos ni ruegos. Ni siquiera el Sol pudo vencer a las nubes el Sábado Santo. Nada, sólo agua, agua y más agua.

Me extrañaba al empezar con las vísperas no haber soñado ninguna pesadilla tan descriptiva durante la cuaresma. ¿Cómo iba a soñarla si estaba empezando a vivirla? Ahora sé por qué no tuve aquellas pesadillas, por qué no soñé que me llovían piezas de un palio como en otras ocasiones, por qué no viví oníricamente la pérdida de mi papeleta de sitio, por qué no inventé una nueva cofradía que procesionaba al estilo castellano por la Carrera Oficial…

Ahora tengo claros los motivos. Este año, la pesadilla sería real. Y las nubes y el agua se convertirían en mi penitencia y mi pesadilla. Sólo queda la espera de una intensa cuaresma que nos dure un año con el objeto de volver a disfrutar de lo que más nos gusta: la Semana Santa.

Recibe un cordial saludo en Cristo Nuestro Señor y María Santísima, su Madre.

Elena Moreno

24.4.11

Consumatum est: Todo está consumado

Creemos en Jesucristo,
que resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre,
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y a muertos
y su reino no tendrá fin ...


Y Sevilla volverá a renacer en una nueva primavera,
y volveremos a ser niños,
volverá a oler el azahar en las plazas,
volveremos a prestarle a Dios la ciudad de Sevilla
para dar el mayor testimonio de amor jamás dado.

13.4.11

Fracaso absoluto en la Gloria que se avecina: Lágrimas por Santa Catalina

Se acercan los días grandes,
la Gloria de Dios en Sevilla.
Pero Dios se moriría
al ver esta lenta agonía.


La piedra llora en silencio,
suspira, espera, absorbe
mientras cava su lápida
poco a poco cada día.


¿Creéis que Dios aprobaría
la vuelta de la cara de quien
tiene su Báculo en Sevilla?


El egoísmo empieza
donde nos dan lecciones:
falta de religiosidad,
falta catequetica,
falta de profundidad devocional,
falta de... siempre carencias.


La clase magistral es una mentira.

11.4.11

El grito en el Silencio: Llanto por Santa Catalina

Piedras que vocean
en silencio su agonía,
suciedad que ahoga,
piedras que agonizan.
Lágrimas calladas
reflejadas en grietas
y el grito ahogado
del ladrillo muerto.


¿Habrá respuesta algún día,
o resucitará Van Gogh
para inmortalizar este grito?


Esta es la vergüenza
de la Iglesia de Sevilla.
Quien lo tiene, no lo da,
y azota la cara del otro.


No me extrañaría que María,
la Virgen, llorara sin consuelo
cuando pase por Santa Catalina.